El trasplante de hematopoyético o trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH) es un tratamiento establecido para muchas neoplasias malignas hematológicas, como linfoma o mieloma múltiple1.
Los progenitores hematopoyéticos para el trasplante se obtienen de la médula ósea o bien de la sangre periférica, que permite una recuperación hematológica más rápida y una menor morbilidad. Además, también para promover la comodidad del paciente, se prefiere el uso de sangre periférica1. Sin embargo, dado el bajo número en sangre periférica y la necesidad de altos niveles de células progenitoras, se requiere su movilización y recolección implicando agentes como el factor estimulador de colonias de granulocitos (G-CSF) o plerixafor2.
El fracaso de la movilización es un tema importante ya que tiene consecuencias significativas entre los pacientes, que no pueden recibir un TPH autólogo y, consecuentemente, no pueden ser tratados adecuadamente. Además, un segundo intento de removilización con G-CSF no es efectivo y tiene una elevada tasa de fracaso1.
Una estrategia para predecir y prevenir el fracaso de la movilización es el enfoque "preventivo" (preemtive en inglés), que identifica a pacientes pobres movilizadores antes de la recolección, basándose en los recuentos de CD34+ en sangre periférica, y permite salvar los intentos iniciales de movilización con el uso de nuevos agentes, reduciendo así las elevadas tasas de fracaso observadas con el uso de las estrategias de movilización tradicionales3.