Fecha de publicación:
5 de febrero de 2019 

Historia clínica

Paciente de 77 años con enfermedad renal crónica en estadio V, uropatía obstructiva crónica e infecciones urinarias a repetición; sufrió una embolización del riñón izquierdo en 2016, con deterioro progresivo de la función renal, hasta que inició la hemodiálisis en noviembre de 2016.

Otros antecedentes destacables son: hipertensión arterial, carcinoma de recto, es portador de colostomía, tiene insuficiencia pancreática exocrina, artritis psoriásica y cutánea, con brotes frecuentes en seguimiento por reumatología, tuberculosis pulmonar con lobectomía izquierda, hipotiroidismo, hepatitis C con carga viral negativa, hiperuricemia e hiperparatiroidismo secundario con hiperfosfatemia severas.

Tratamiento

Está en tratamiento inicial con Tromalyt 300 mg/día, Eutirox 100 µg/día, doxazocina 4 mg/día, alopurinol 100 mg/día, omeprazol 20 mg/día, Kreon 140.000 U/día (varias tomas), Orfidal y Rocaltrol (según prescripción por reumatología). No consta en tratamiento previo al inicio, en el centro sanitario, quelantes del fósforo y/o análogos de vitamina D y/o calciomiméticos. En la actualidad, sigue además un tratamiento con: Durogesic, Atarax, Nepro HP, Resincalcio, Novasourge GI, Zaldiar y Nolotil.

Evolución

Al principio, en hemodiálisis, presentó signos de sobrecarga hídrica, con niveles de fósforo en valores aceptables (4,5-5 mg/dL); destacaba una hipoalbuminemia importante (2,5 g/dL), calcio corregido normal (8,2 mg/dL), vitamina D (25-OH) baja (5,1 ng/mL) y PTH en el límite superior (381 pg/mL), parámetros inflamatorios muy elevados (PCR: 44 mg/dL, ferritina superior a 2.000 ng/mL) y TSH elevada (valores de hasta 231 µg/dL). Se inicia una intervención nutricional, con corrección de sobrecarga hídrica, y el manejo del hipotiroidismo con una mejoría objetiva de los parámetros. Durante el curso, comienzan a aumentar de forma paulatina y constante los niveles de fósforo, lo cual se comenta con el paciente y sus familiares, para que haga una dieta baja en fósforo, sin dejar de insistir en una adecuada alimentación. Se decide iniciar un quelante no cálcico (carbonato de lantano), que requiere un aumento paulatino de la dosis, sin objetivar un descenso significativo en los niveles.

Después de que endocrinología (nutrición) realizara una valoración, se decide empezar con una nutrición parenteral intradiálisis (fórmula sin electrolitos con fosfato 2,8 mmol/L) en enero de 2017, y se inicia el tratamiento con adalimumab por parte de reumatología en agosto de 2017. Con las dos medicaciones, se objetiva una persistencia (incluso un aumento) de los niveles elevados de fósforo, y esto hace sospechar que estuviese relacionado con este tipo de alimentación y/o con una nueva medicación (aunque está descrita la hipofosfatemia), ya que el paciente asegura tomar la medicación pautada, por lo que se decide adicionar otro quelante no cálcico (oxihidróxido sucroférrico) en mayo de 2017.

Durante todo el seguimiento, el paciente no ha recibido calcimiméticos y/o análogos de vitamina D. Desde junio de 2017, está en tratamiento con calcitriol, pautado por reumatología, que se ha disminuido a dosis muy bajas por hiperfosfatemia (Rocaltrol 0,25 mcg una vez por semana). Los niveles de calcio corregidos a albúmina se encuentran dentro de los valores aceptables; los niveles de PTH, en valores óptimos; y algunas mediciones están por debajo de los valores aceptables para un paciente que se encuentra con una enfermedad renal crónica en estadio V en diálisis.

Se realizan pruebas de imagen donde se objetiva ateromatosis calcificada del árbol vascular y osteopenia generalizada (Figuras 1-6). En el ecocardiograma, se objetiva una calcificación valvular aórtica con estenosis moderada, por lo que se decide, ante la imposibilidad de controlar la hiperfosfatemia y la sospecha de la no adherencia al tratamiento, que el paciente conozca los resultados, y se le explica de nuevo las consecuencias de seguir con niveles elevados de fósforo. El paciente reconoce que no toma la medicación, y alude a la intolerancia digestiva y la dificultad para tomarla, por lo cual se decide suspender los quelantes previos.

Como conclusión, a pesar de la introducción de nuevos quelantes no cálcicos del fósforo, el manejo de las alteraciones del metabolismo óseo-mineral puede ser complejo en determinados pacientes por sus patologías de base y la aparición de efectos secundarios debidos a los propios quelantes.

Conclusión

A pesar de la introducción de nuevos quelantes no cálcicos del fósforo, el manejo de las alteraciones del metabolismo óseo-mineral puede ser complejo en determinados pacientes por sus patologías de base y la aparición de efectos secundarios debidos a los propios quelantes.

Mariana Garbiras Serrano

Nefróloga en HM Hospitales

Santiago de Compostela, Galicia.

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