Fecha de publicación:
15 de febrero 2024
 

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En la población de pacientes con enfermedad renal crónica (ERC), especialmente en estadios avanzados, la enfermedad cardiovascular no solo es más frecuente, sino que por lo general está infratratada. De hecho, es la causa más habitual de muerte en ERC, reciban o no un tratamiento renal sustitutivo1. Si bien es cierto que este grupo de pacientes acumula muchos de los factores de riesgo cardiovascular (FRCV), siendo algunos de ellos causa frecuente de la propia ERC, como la diabetes mellitus, la disminución del filtrado glomerular o la presencia de albuminuria también han sido descritos como FRCV independientes2.

En este sentido, el correcto tratamiento de la hipercolesterolemia, siendo esta uno de los FRCV más estudiados3, adquiere una gran importancia en el seguimiento de esta población. Aun así, el perfil lipídico de los pacientes con ERC es distinto que la población general (Tabla 1), siendo característico un aumento de los triglicéridos, una disminución del colesterol HDL y unos niveles variables de colesterol LDL (c-LDL). Además, el perfil también es distinto desde el punto de vista cualitativo, puesto que se ha observado una alteración de la estructura del c-LDL debido al estrés oxidativo y la inflamación asociados a la ERC, adquiriendo un potencial aterogénico más elevado4.

Actualmente, las recomendaciones de las guías de la Sociedad Europea de Cardiología marcan como objetivo de prevención primaria en ERC un c-LDL menor de 70 mg/dL en estadio 3, y menor de 55 mg/dL en estadio 4-5, puesto que se considera una situación de alto o muy alto riesgo cardiovascular, respectivamente6. La experiencia nos muestra que son objetivos difíciles de conseguir si no se adopta una actitud proactiva en el tratamiento integral de la ERC, siendo muy difícil su consecución sin el uso de fármacos.

En este sentido, las estatinas resultan ser los fármacos de primera línea en la reducción del c-LDL. El estudio SHARP demostró una reducción de los eventos cardiovasculares con la combinación de simvastatina y ezetimiba en ERC en estadio 3-57. En consonancia, la Sociedad Española de Nefrología ha publicado recientemente un documento de consenso sobre el manejo de la ERC8, en el que se aconseja el uso de medidas dietéticas y estatinas, asociadas o no a ezetimiba, para conseguir dichos objetivos.

En cuanto a la población en diálisis, a pesar de que estudios observacionales han demostrado una disminución del riesgo relativo de los eventos cardiovasculares en los pacientes que recibían estatinas9,10, no ha podido ser demostrado en estudios prospectivos11,12. En base a estas evidencias, las guías internacionales de la Kidney Disease Improving Global Outcomes (KDIGO) no aconsejan su inicio en pacientes que ya están recibiendo tratamiento dialítico, pero sí recomiendan mantenerlas si lo recibían previamente13.

En cuanto a los inhibidores de la PCSK-9(iPCSK-9), han demostrado una gran eficacia para la reducción del c-LDL y buen perfil de seguridad14,15, así como una reducción de los eventos cardiovasculares en prevención secundaria16,17. En los pacientes con hipercolesterolemia primaria o dislipemia mixta, la Sociedad Española de Arteriosclerosis recomienda su uso a partir del estadio 3b (incluido) según los criterios de la Tabla 218.

Cabe destacar que en aquellos pacientes con ERC avanzada y con necesidad del tratamiento del metabolismo óseo mineral, el uso de sevelámero como quelante del fósforo se ha asociado a una reducción del c-LDL, fundamentalmente por su acción también quelante de los ácidos biliares19,20, haciendo de este fármaco una alternativa eficaz para el manejo del alto riesgo cardiovascular de esta población.

Finalmente, el tratamiento activo de la hipertrigliciridemia con fibratos en ERC puede ser controvertido por falta de evidencia y por riesgo de efectos secundarios en esta población, motivo por el cual las guías KDIGO no recomiendan su uso generalizado13. Sin embargo, algunos estudios sí que muestran, en ERC leve o moderada, una disminución de los eventos cardiovasculares21.

Dado que en la mayoría de los casos es necesario asociar un fibrato a una estatina, en ERC es aconsejable el uso del fenofibrato respecto al gemfibrozilo por su menor riesgo de rabdomiólisis22. Aun así, el uso de fenofibrato se ha asociado a una disminución del filtrado glomerular por un mecanismo no bien establecido (posiblemente no asociado a daño renal real, sino a alteraciones de la secreción tubular o producción de creatinina, o a un incremento de las prostaglandinas8,23). Por ello, se debería considerar e individualizar su uso combinado con estatinas en aquellos pacientes con alto riesgo cardiovascular, pero con buena calidad de vida, pocas comorbilidades y con facilidad para monitorizar la tolerancia al tratamiento.

Tabla 1. Perfil lipídico en la enfermedad renal crónica

 
 

ERC

Hemodiálisis

Diálisis peritoneal

Colesterol total

c-LDL

c-HDL

Colesterol no-HDL

TG

↗ Aumenta los niveles plasmáticos a medida que disminuye el filtrado glomerular. ↔ Normal en cuanto a los niveles plasmáticos comparados con la población sin insuficiencia renal. ↓ Disminuido. ↑ Aumentado.
c-HDL: colesterol asociado a lipoproteína de alta densidad; c-LDL: colesterol asociado a lipoproteína de baja densidad; TG: triglicéridos.
Adaptada de: Kwan BC et al.5.

Tabla 2. Recomendaciones sobre la prescripción de los iPCSK9 en insuficiencia renal, según la Sociedad Española de Arteriosclerosis

 
 

Estadio de la ERC

c-LDL

mg/dL

Recomendación

Nivel de evidencia

Prevención secundaria

ERC estadio ≥3

>70

Débil

Baja

Prevención primaria

ERC estadio ≥3 + DM

>130

Débil

Baja

c-HDL: colesterol asociado a lipoproteína de alta densidad; c-LDL: colesterol asociado a lipoproteína de baja densidad; DM: diabetes mellitus; ERC: enfermedad renal crónica; iPCSK9: inhibidores de la proconvertasa subtilisina-kexina 9.
Adaptada de Ascaso et al.18.

Autores

Dr. Jordi Soler Majoral
Unidad de Diálisis del Servicio de Nefrología del Hospital Germans Trias i Pujol. Badalona. Barcelona.

MAT-ES-2301870-V.1-V.1-Enero 2024

    1. Gansevoort RT, Correa-Rotter R, Hemmelgarn BR, Jafar TH, Heerspink HJL, Mann JF, et al. Chronic kidney disease and cardiovascular risk: Epidemiology, mechanisms, and prevention. Lancet. 2013;382(9889):339-52.
    2. Fox CS, Matsushita K, Woodward M, Bilo HJG, Chalmers J, Heerspink HJL, et al. Associations of kidney disease measures with mortality and end-stage renal disease in individuals with and without diabetes: a meta-analysis. Lancet. 2012;380(9854):1662-73.
    3. Baigent C, Keech A, Kearney PM, Blackwell L, Buck G, Pollicino C, et al. Efficacy and safety of cholesterol-lowering treatment: prospective meta-analysis of data from 90,056 participants in 14 randomised trials of statins. 2005;366(9493):1267-78.
    4. Vaziri ND. Role of dyslipidemia in impairment of energy metabolism, oxidative stress, inflammation and cardiovascular disease in chronic kidney disease. Clin Exp Nephrol. 2014;18(2):265-8.
    5. Kwan BC, Kronenberg F, Beddhu S, Cheung AK. Lipoprotein metabolism and lipid management in chronic kidney disease. J Am Soc Nephrol. 2007;18(4):1246-61.
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    9. Andreucci VE, Fissell RB, Bragg-Gresham JL, Ethier J, Greenwood R, Pauly M, et al. Dialysis Outcomes and Practice Patterns Study (DOPPS) data on medications in hemodialysis patients. Am J kidney Dis. 2004;44(5 Supl 2):61-7.
    10. Seliger SL, Weiss NS, Gillen DL, Kestenbaum B, Ball A, Sherrard DJ, et al. HMG-CoA reductase inhibitors are associated with reduced mortality in ESRD patients. Kidney Int. 2002;61(1):297-304.
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    23. Sica DA. Fibrate therapy and renal function. Curr Atheroscler Rep. 2009;11(5):338-42.

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